El sol golpeaba mi cabeza, la mochila que cargaba a mis espaldas se había convertido en una prolongación de mi cuerpo, tanto tiempo andando hacía de este viaje un poco más largo de lo que parecía al principio, si tan solo hubiese tenido una oportunidad en esos momentos sería rico y famoso, estaría en casa disfrutando de mi triunfo y lo compartiría con mis seres queridos, pero nada había sido así.
Mi fracaso me obligaba a cumplir con mi palabra de no volver, y sin un euro en el bolsillo, mis opciones se unificaban todas en caminar, iniciar mi gran viaje por Europa, un viaje que esperaba que con los días comenzase a ser en coche o tren, pero sabiendo que no tenía dinero ni tan siquiera para comer, lo de gastarlo en el transporte quedaba bastante lejos de mis opciones. Era el tercer día caminando, a pesar de que había comenzado el viaje con un enorme equipaje, poco a poco se había convertido en menos de lo necesario, pesaba demasiado y mis reservas de comida eran bastante escasas, por lo que era tontería gastar energías en esfuerzos idiotas, trastocado por la falta de agua empecé a hablar solo, y a alucinar, no me quedaban fuerzas, pero no podía parar a descansar, por lo que caminé y caminé, hasta que caí rendido al suelo y desperté en el hospital de Barcelona.
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